miércoles, 19 de septiembre de 2012

LOS ALMACENES DE NIÑOS Y LA PROMESA INTELECTUAL



"Los almacenes de niños" fue la expresión designada en el libro Momo para designar a las escuelas ¡Así lo siento yo también! Yo no podría, aunque quisiera, hablar de "instituciones para la formación del pensamiento crítico" o "instituciones para la preparación del ciudadano modelo" ¡Patrañas! Lo que es en realidad  -lo dice muy bien Michael Ende, lo dice muy bien Momo, lo dice muy bien Foucault, lo dicen muy bien los niños (¡y estos si que saben!)- son almacenes, lugares donde se deposita lo que, por algunos momentos, es prescindible. Y los padres depositan niños sin afecto y obtienen, a cambio, niños "críticos" sin afecto ¡Buen negocio para los hombres grises! Pero no nos detengamos en críticas que podría, si quisiera, quedarme horas en ello y que, seguramente, nadie leería. ¡No hay tiempo para los hombres!

Yo fui víctima del bullying... del bullyng de los adultos contra los niños... y fui internado en el almacén la José María Bernal. Este almacén es público y ahí vienen a parar los hijos de los hombres esperanzados y de los hombres que perdieron ya la esperanza. Por lo general, es gente "humilde" ¡esos eufemismos si que me dan risa! lo que en realidad son es gente pobre que se reproducen como conejos desde el siglo XIX y que dejan a sus hijos a la deriva en fábricas productoras de "conocimiento" y "hombres libres"; mientras ellos van a las fábricas productoras de dinero a ejercer su libertad.  Los niños, por su lado,  se ven así mismo obligados a asistir con sus zapatos rotos, sus camisas manchadas, los cuadernos del año anterior y en su maletín cargan el abandono, la hostilidad, la tristeza, el odio y la esperanza, condena siempre. No hay zonas verdes, no hay laboratorios ¡para qué!... no hay comprensión, no hay nada. Sólo discursos de "intelectuales" con el mínimo compromiso político que hace que Otto René Castillo los condene al buitre del silencio, al desprecio del hombre sencillo. Los profesores se ocupan de los productos y de los productores. Ni una vez, que estuve allí, un profesor me dijo algo que no fuera sus discursos prefabricados de  currículum. Me gustaría hablar de ese almacén pero casi no recuerdo nada, solo los últimos dos años. Perdí la memoria de casi toda mi infancia debido a un accidente. ¡Tal vez inicie, algún día, la búsqueda del tiempo perdido como Proust! Siempre me acople, al rol del nerd o del raro, porque pese a "rendir" como lo llaman, siempre he sido poco convencional en el trato con las personas.... soy sincero y directo... a la gente no le gusta la sinceridad aunque se pasen toda la vida diciendo lo contrario, por algo, el espejo es algo tormentoso en la literatura. Así que casi no logre amigos durante mi estadía allí. 

Otro almacén donde estuve se llamaba Pestalozzi- ¡un nombre que por sí motiva mucho! Es un almacén personalizado para los artículos únicos y defectuosos. El cambio de almacén se debió al mismo interés que me introdujo en el primer almacén. Mi madre quería un "instituto comprometido a la formación intelectual elevada" ¡Charlatanerías! En el tiempo que estuve ahí, no vi ni un hombre lúcido ni por asomo. Era un lugar pequeño, parecido a una casa. Seguía con el mismo rol del colegio anterior. Pero hice una amiga que se llamaba Sartori, ella me indujo a leer. Pese a todo, este almacén se esconde tras la apariencia de un "hogar", esto confunde a muchos padres pero es el mismo régimen autoritario del anterior colegio. Incluso peor... Había un profesor con delirios de grandeza, seguramente con problemas de autoestima, que hacía que nos paráramos cuando entraba y saludáramos en eco "Buenos días profesor ¿como se encuentra el día de hoy?" y hasta que no nos diera el permiso de sentarnos no podríamos hacerlo.... No duro mucho su reino con la verdad como revolucionaria.... pues lo extraordinario del colegio es que el estudiante tiene opinión porque paga mensualidad ¡Pura democracia económica!... desde ese día él me odio.... A los dos años, me volvieron a cambiar de almacén, aunque ya me había hecho un lugar donde estaba... Pero no importa, soy bueno desprendiéndome de las cosas, de las personas y de los lugares pues como decía Ricardo Reis "La vida pasa y no se queda, nada deja y nunca regresa" simplemente venimos de paso. 

El tercer y último almacén, fue El San Marcos, almacén privado, religioso y donde la moral es la peor de todas como un libro de Diderot. Volví a estar solo porque no encajaba. Ahí se hallan congregados los artículos de oro, plata, platino, plástico y demás minerales con las cuales se elaboran máscaras... ¿qué puede hacer al barro ahí?... este almacén era grande y con los mayores lujos posibles: canchas gigantes, piscina, biblioteca, fuentes, laboratorios mucho más lujosos que los de una universidad, esculturas, coliseo, todo, absolutamente todo, excepto lo necesario. La pobrecía en la abundancia. Los niños aquí no anhelan nada, son perfectos, todo lo tienen. Hablan de moda, de dinero, de fincas, de barcos, de..... ¡de inutilidades! Si el proyecto humanístico creía que el hombre es hombre en formación, que volteen la mirada de los hombres formados... ¡Repugna! Yo me recluía en la biblioteca, el único espacio del colegio que no era invadido. Ahí me quedaba escondido cuando no deseaba ir a clases (que era casi siempre) y aprendí que había malgasto mi tiempo durante casi 14 años... La biblioteca lo tiene todo...Ahí se fomenta las ideologías de Hobbes... para sobrevivir me aleje de la jauría. Muchas veces no iba al almacén, me daba pereza... pereza de perder mi tiempo. Solo espera ingresar a la universidad.

La universidad la concebía como un espacio intelectual, académico, de pensamiento,.... ¡Idealista!... Es una prolonganción de los almacenes solo que te dan un título para hacer alguna labor..."Esto es todo y nada más" como dice Poe. No sé si solo es mi carrera pero la universidad se me presenta como un espacio muy facilista. En mi carrera es fácil tener un promedio alto y ganar cualquier cosa y, todo esto, sin esfuerzo. Además, que cualquier persona puede pasar. Muchos de los cursos, no aportan nada, son inútiles. Relleno educativo. Mis compañeros, si bien  hay alguna excepciones, parecen no leer. Algo que me parece ilógico si la carrera tiene que ver con literatura... En fin... La promesa intelectual es promesa... el sueño falso. Uno empieza a aprender que en realidad uno se educa a sí mismo. Lo que hay que esperar solo puede esperar de sí mismo. La revolución empieza por uno y que "la existencia sea un acto de rebelión" solo ante nosotros mismos. Y si bien Momo fue capaz de devolverles a los hombres el tiempo robado que nosotros seamos capaces de devolverles a los almacenes el nombre de escuela.

A. Rendón
Estudiante de educación